Algunos puede que no lo recuerden, pero ayer, 11 de marzo de 2017, se cumplió el sexto aniversario del accidente nuclear de Fukushima. Este, tras el desastre de Chernóvil, ha sido la segunda mayor catástrofe medioambiental de la historia.
Los datos lo dicen todo, 15.000 personas murieron y otras miles y miles quedaron para siempre afectadas. Todo comenzó con un devastador terremoto de magnitud 9.0 que azotó la costa noreste de Japón. Como consecuencia del terremoto, se produjo un tsunami que afectó gravemente la central nuclear. De hecho, el reactor 4 comenzó a tener incendios. Las autoridades japonesas, por miedo a la radiación, empezaron a evacuar a la población a unos 20 km de radio, y más tarde a 40 km. El problema no hizo más que crecer con los días.
Una de las mayores consecuencias, ha sido sin duda la de la radiación. Este es un problema que incluso hoy, varios años después sigue existiendo. El accidente dañó gravemente el medio ambiente, como los mares y los bosques. Además muchas aves y mariposas sufrieron mutaciones e incluso murieron. Las repercusiones llegaron hasta países muy lejanos a Japón. Hoy en día, más de 100.000 mil personas siguen desplazadas de sus antiguos hogares.
La cuestión , es que muchas veces los problemas de estas magnitudes no son ni fáciles de arreglar, y muchos menos fáciles de olvidar. Por eso en fechas como estas, tenemos que concienciar y sensibilizar a la gente sobre estos temas.
Es prácticamente imposible controlar un problema de semejante magnitud. Las consecuencias de tal radiación son desastrosas para todos los seres vivos. Y además, hay que tener en cuenta que la contaminación no tiene fronteras, y, como se aprecia en la última imagen, puede llegar a afectar a grandes extensiones.
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